El poder curativo de la música

Cuando Debbie Clark recurrió a la musicoterapia, Adam, su hijo autista de tres años, casi no hablaba. En la clínica de musicoterapia de la Universidad Estatal de California en Northridge, los terapeutas alentaron al niño a expresarse tocando instrumentos musicales, y todo se lo decían cantando para hacerlo hablar. "En tres meses el cambio fue radical", dice su madre. `Antes, Adam no miraba a la gente a los ojos ni hablaba con nadie. Ahora, al terminar cada sesión se despide de sus terapeutas, Jim y Ron, diciéndoles: `Hasta la semana que viene'. ¡Estoy encantada!"

En todo el mundo los investigadores están descubriendo que la música cura de diversos modos. Por ejemplo, si a las personas quemadas se les anima a cantar durante el cambio de vendas, sufren menos dolor, y a los cancerosos que escuchan música e improvisan en distintos instrumentos les disminuye la concentración de las hormonas del estrés y se les fortalece el sistema inmunitario.

Parte de este poder de la música proviene de su eficacia para reducir la ansiedad, ya que ésta puede anular las defensas y agudizar el dolor. La música, en particular el canto, distrae a la persona del sufrimiento y alivia la tensión. "Al favorecer la relajación, puede incluso acelerar la curación", explica Richard Fratianne, profesor de cirugía en la Universidad Case Western Reserve, en Cleveland, Ohio. Las experiencias con niños autistas como Adam Clark indican que actúa profundamente e influye en el desarrollo cerebral.

El uso curativo de la música parece activar distintas regiones del cerebro, entre ellas las asociadas con el control motor, la memoria, las emociones y el habla, señala el neurocientífico y músico Michael Thaut, de la Universidad Estatal de Colorado. Thaut aprovecha la relación entre música y movimiento para rehabilitar pacientes con trastornos motores derivados de apoplejías, parálisis cerebral, distrofia muscular y mal de Parkinson.

Ron Borczon, musicoterapeuta de Northridge, añade: "Los curanderos tradicionales usan el canto y el sonido de tambores desde hace siglos. Sólo estamos redescubriendo lo que ellos siempre han sabido: que la música, gracias a su profundo efecto en la mente y el cuerpo, puede ser un poderoso remedio".

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