No, aunque por mucho tiempo fueron recomendados como primeros auxilios, hoy han sido desplazados por procedimientos más seguros. No se trata de de impedir el flujo total de la sangre ya que podría dañar los tejidos, sino de procurar que se coagule alrededor de la herida.
El primer paso es aplicar los llamados “apósitos”, un conjunto de gasas estériles que se comprimen firmemente contra la lesión. Si el sangrado no se detiene, es necesario elevar el miembro afectado por encima del nivel del corazón y seguir presionando al apósito.
Cuando el flujo de sangre es menor, el apósito no se retira; empleando tela adhesiva se fija en el área afectada. Una técnica útil para detener las hemorragias que no responden a los pasos anteriores es aplicar presión indirecta durante diez minutos en la arteria principal que irriga la zona de la lesión.
En el caso de los brazos, debe buscarse el punto braquial, situado bajo del bíceps; en el de las piernas, el punto femoral, en medio de la ingle. Se recomienda usar guantes desechables y llamar al servicio d emergencia en caso de sangrado intenso.
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