Cómo se registra la actividad mental

Los espectaculares avances la tomografía cerebral en años recientes han tendido a eclipsar las aportaciones que ha hecho el electroencefalógrafo (EEG). Sin embargo, éste revela datos, que la tomografía no puede igualar, para el diagnóstico de ciertas enfermedades cerebrales.

La electroencefalografía fue una aportación de Hans Berger, profesor de psiquiatría de la Universidad de Jena, Alemania, quien ideó este método de registro en 1929. Por experimentos en animales, se sabía desde tiempo atrás que el cerebro genera señales eléctricas. Berger había descubierto que con un galvanómetro, dispositivo muy preciso para la detección de corrientes eléctricas mínimas, era posible captar estas señales mediante electrodos colocados sobre el cuero cabelludo. Al ampliar esas débiles señales y enviarlas a un aparato que marcaba al instante trazos en una gráfica, fue el primer ser humano en presenciar la imponente maquinaria cerebral en acción.

Berger observó que a veces los impulsos eléctricos del cerebro se sincronizan en trazos de ondas bien definidos, que varían en velocidad según la edad del paciente, su actividad y el estado de salud de su cerebro. En adultos sanos las ondas alfa son las más prominentes en el electroencefalograma. Su frecuencia es de 10 ciclos por segundo, y se detectan mejor si el sujeto está en reposo y con los ojos cerrados. Cualquier estímulo mental reduce las ondas alfa y a veces las inhibe por completo. El trazo resultante de esto, con ondas de frecuencia irregular, se conoce como bloqueo alfa. Al dormirse la persona y hacerse más profundo el sueño, las ondas del EEG se alargan y su frecuencia disminuye, es decir, registra lo que se llama ondas delta, de solamente uno o dos ciclos por segundo.

Los trazos del electroencefalograma de Albert Einstein ejemplifican el fenómeno de las ondas alfa, sin que su caso sea el habitual. Se le pidió realizar cálculos complejos; como ello le resultaba sencillo, su mente estaba descansada y, por lo tanto, registraba ondas alfa continuas. De pronto desaparecieron las ondas alfa y Einstein pareció inquieto. Al preguntarle qué le pasaba, contestó que había encontrado un error en los cálculos hechos el día anterior y tenía necesidad de telefonear en seguida a la Universidad de Princeton para informar a sus colegas sobre el error. Las ondas alfa de Einstein habían sido sustituidas por ondas irregulares (bloqueo alfa) a causa de la actividad mental que le produjo descubrir el error.

La electroencefalografía todavía es preeminente en el diagnóstico y la vigilancia de la epilepsia, que en realidad es una suerte de tormenta eléctrica cerebral. Su mayor éxito en este campo quizás haya sido ampliar la definición de epilepsia. Hacia fines de la década de 1940, investigaciones electroencefalográficas revelaron una variante no conocida hasta entonces, la epilepsia del lóbulo temporal, en que el paciente no cae al suelo ni tiene convulsiones e incluso puede caminar y hablar durante el ataque, pero se muestra confundido y con frecuencia observa una conducta excéntrica, de la cual después no recuerda nada. En esta categoría de epilepsia caen los estados de despersonalización, las alucinaciones y otros extraños fenómenos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Podcast de Pulso Digital