¿Por qué son agresivos los hombres?

La testosterona es la hormona del éxito, de los grandes logros y la competitividad y, de estar en malas manos (o testículos), puede convertir a los hombres o a los animales en seres muy peligrosos. La mayoría de los padres son conscientes de la insaciable necesidad que los chicos parecen tener de ver películas violentas y sangrientas que a sus hijos les encantan y no se cansan de describir al detalle las escenas más agresivas. A las chicas normalmente no les interesa este tipo de películas. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Sydney mostró que cuando los chicos se enfrentaban a un conflicto potencialmente agresivo, como una pelea en el patio, el 74 por ciento se decantaba por pronunciar palabras o actos físicos agresivos para solucionar el problema, mientras que el 78 por ciento de las chicas intentaban alejarse o negociar la situación. El 98 por ciento de los bocinazos en los semáforos son efectuados por hombres, al igual que el 96 por ciento de los robos y el 88 por ciento de los asesinatos. Prácticamente la mayoría de las personas que sufren trastornos sexuales son hombres y, las pocas mujeres que los presentan, poseen altos niveles de hormonas masculinas.

La agresión masculina es la responsable de su hegemonía en la mayoría de las especies. A los niños se les enseña a no ser agresivos y se intenta que se aparten de la conducta violenta, pero es un rasgo masculino y, por lo tanto, no se debe intentar culpar a los condicionantes sociales.

Los estudios realizados a deportistas muestran que su nivel de testosterona es notablemente superior al finalizar la actividad deportiva que al iniciarla, lo que claramente demuestra que la competición eleva los niveles de agresividad. En los equipos deportivos de Nueva Zelanda, a menudo se puede observar como los participantes bailan la danza de guerra maorí, el haka, justo antes de empezar la competencia. Con esto se logran dos objetivos: provocar temor en sus oponentes y elevar los niveles de testosterona de los competidores. En muchos deportes hay animadoras precisamente con el mismo objetivo: elevar los niveles de testosterona de los jugadores y los seguidores. Los estudios confirman que la violencia de masas suele ocurrir en los partidos en que hay animadoras.

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