¿Por qué tenemos cejas?

Son, en esencia, un elemento protector de los ojos, que también contribuye a la visión. En términos de evolución, pueden servir para desviar el sudor o el agua de la cara e impedir que empañen la vista o que irriten el globo ocular con su particular composición. También se considera que sirven de barrera para evitar la entrada de cuerpos extraños en los ojos. En apoyo de esa teoría está el grosor de sus cabellos, que es mucho mayor al del normal que crece en la cabeza. Hay quienes creen que hoy las cejas ya no desempeñan alguna función importante en el horizonte de nuestra cara y que con el tiempo irán desapareciendo. Y aunque no sea su objetivo original, ayudan a expresar las emociones: sorpresa cuando las alzamos, disgusto cuando fruncimos el entrecejo (decir 'el ceño' es incorrecto) o altivez.

Con el paso de los siglos también han sido un elemento básico de la estética facial, tanto así que las personas las depilan para hacerlas más finas, o se las pintan cuando no las tienen. También han dado lugar a la producción de numerosos cosméticos faciales, sobre todo a los lápices de cejas que permiten darles diferente color, delinear mejor su contorno o, de plano, inventarlas cuando no se tienen. ¡Y ya no hablemos de sus usos simbólicos! En el antiguo Egipto las personas se las rasuraban por completo en señal de duelo.


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