¿Cómo se creó el sexo?

La vida empezó a partir de una criatura unicelular hace unos tres mil millones y medio de años. Para sobrevivir, la célula se dividió para obtener copias exactas. Sin embargo su apariencia permaneció intacta durante millones de años y sólo modificaba su aspecto si, por accidente, ocurría una mutación en su estructura o si aprendía algo nuevo gracias a la experiencia que iba adquiriendo. Los cambios se producían muy lentamente.

Hace unos 800 millones de años, la célula aprendió un truco sorprendente, quizá por accidente. Se las ingenió para intercambiar genes con otras células. Esto significaba que cualquier ventaja de supervivencia adquirida por la otra célula seria heredada por la nueva célula, logrando que fuese más fuerte y resistente que sus células padres. Ya no era necesario tener que esperar millones de años a que ocurriese un accidente para que se creasen mutaciones celulares que aseguraran una mejor supervivencia.

Este acontecimiento aceleró el aumento de tamaño de las nuevas células y pronto se formaron criaturas invertebradas como los gusanos o las medusas. A continuación, hace seiscientos millones de años, se crearon los animales vertebrados y con caparazón y 300 millones de años más tarde, el primer pez aprendió a respirar y a andar en la tierra y todo ello como resultado del intercambio de genes.

El sexo iba viento en popa. Cuando se creaba una nueva célula que poseía los genes más resistentes, los padres debían morir por dos razones. La primera, porque la nueva célula era mejor que la de los padres y, por lo tanto, estos ya no eran necesarios. La segunda, porque si las células de los padres se cruzaban con las nuevas células sólo conseguirían empeorar la raza. La muerte de los predecesores significaba que el nuevo gen podía sobrevivir y compartir sus genes con los nuevos supervivientes. El propósito inicial del sexo era intercambiar genes con alguien para crear unos genes más fuertes y resistentes que se transmitiesen a la nueva generación. Sin embargo, durante la mayor parte de nuestra historia no parece haberse establecido ninguna relación entre el acto sexual y las siguientes generaciones.

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