El apetito sexual y el estrés

El apetito sexual de una mujer se ve alterado, en gran medida, por los acontecimientos que ocurren a lo largo de su vida. Si sabe que está a punto de ser despedida en el trabajo, si tiene que realizar un proyecto muy difícil, si las facturas domésticas se han multiplicado, si los niños están enfermos, si se ha calado hasta los huesos cuando se ha puesto a llover o si el perro se ha escapado está claro que el sexo no entrará en sus planes. En esos casos, sólo piensa en irse a la cama y dormir.

En cambio, si le ocurre lo mismo a un hombre, él buscará en el sexo su somnífero ideal, ya que le ayudará a deshacerse de las tensiones y el estrés acumulados a lo largo de la jornada. Por ello, al final del día, lo intenta con la mujer, ella le llama caradura e insensible, él a su vez, la califica de frígida y se va a dormir al sofá. ¿Le suena familiar? Resulta curioso que cuando se le pregunta a un hombre sobre su relación, éste responda según hayan sido los servicios que ella le ha ofrecido ese día, por ejemplo, si le ha preparado un buen desayuno, si le ha planchado la camisa o le ha dado un masaje en los hombros. Ante la misma pregunta, las mujeres describen su relación según los acontecimientos más recientes, por ejemplo, si él ha estado atento con ella durante los últimos meses, si le ha ayudado en las tareas domésticas y si se ha mostrado comunicativo. La mayoría de los hombres no entienden esta diferencia. Él se puede haber comportado como un caballero durante todo el día y ella sigue rechazando sus proposiciones sexuales porque todavía está resentida por aquel insulto que le dijo a su madre hace dos semanas.

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