Parece que el orden en que nacen influye en sus personalidades.
Hijo único. La falta de rivalidad genera niños autosuficientes pero egocéntricos. Las niñas se esfuerzan por responder a las expectativas del padre, desean complacer a las figuras de autoridad y se vuelven competitivas; no son madres naturales.
El mayor. Le gusta darse a los demás. Las niñas pueden ser perfeccionistas y maternales con sus hermanos. Los niños sin hermanas podrían no desarrollar las habilidades sociales con el sexo opuesto y ser tímidos con ellas.
El más joven. Los niños podrían tener algunos rasgos femeninos y, cuando hay varios hermanos, tener poca ambición y no ser minuciosos. Las niñas pueden parecer independientes, pero necesitan dirección.
El hijo sándwich. Tiene intereses muy amplios y es popular con el sexo opuesto, pero la competencia por conseguir atención puede provocar en los niños una sensación de inferioridad y en las niñas hacer que parezcan demandantes.
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