¿Cómo te afecta ver “mucha” pornografía?

Más allá de su escandalosa superficie la pornografía es bien inocua. Las películas porno son como el desfile del 16 de septiembre: si ya viste una, ya viste todas. Esta aserción nos recuerda su carácter monótono y repetitivo. Ver pornografía puede ser un ejercicio medianamente estimulante que, poco a poco, nos hace perder la inocencia mediante situaciones exageradas hasta el extremo con tal de superar el agotamiento del modelo: dobles penetraciones, orgías, sexo entre gemelos varones, etcétera. Sin embargo, su poder subversivo se va diluyendo con el tiempo y la costumbre. Quizá se trate, simplemente, de mera afición por un género cinematográfico. Resultarás afectado sólo si te conviertes en un 'pornoadicto' que piensa todo el día en conseguir medios audiovisuales (impresos, cintas, páginas web) para excitarse, y también si te aleja de la posibilidad de mantener relaciones propias y reales con otra persona viva, dotadas de una genuina carga afectiva. Pero más allá de eso, lo peor que te puede ocurrir es que te descubra tu familia, que gastes demasiado dinero y restes años de vida al reproductor de videos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Podcast de Pulso Digital