Es, sin duda, el alimento más completo, pues cuenta con todos los nutrimentos que el bebé necesita: agua, hidratos de carbón, grasas, proteínas y vitaminas. A través de las proteínas de la leche materna el recién nacido obtiene dos beneficios: alimentación y protección de su salud. Los anticuerpos de la madre contra ciertas enfermedades pasan al feto durante el embarazo; esta protección se prolonga y complementa mediante la ingestión de los anticuerpos contenidos en el calostro y la leche.
El primero es un líquido de color amarillento que produce el pecho de la madre durante los primeros tres días después del parto. Es la principal fuente de anticuerpos que protege al recién nacido de enfermedades gastrointestinales, respiratorias y otras infecciones.
A través de la succión del bebé se estimula la producción de leche. La lactancia materna ofrece la ventaja de que en condiciones normales está libre de bacterias –es higiénica– y siempre se encuentra a la temperatura adecuada.
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